La Cepal y Cuba Siglo XXI describen también un panorama estremecedor y el rechazo del régimen a cualquier cambio.

“Resulta difícil comprender cómo sobreviven hoy en día los cubanos comunes”, se pregunta ‘The Economist’ / 14ymedio
Cortesía. 14ymedio
Madrid/Como si ante la picadura de un insecto venenoso se negaran a tomar el antídoto que impediría la muerte, el Gobierno cubano sigue ciego su huida hacia delante con un reeditado “programa para corregir distorsiones y reimpulsar la economía”. El plan, presentado el jueves en la prensa oficial y el programa Mesa Redonda, salió la misma semana en que se ha sabido que las cuentas de todas las empresas extranjeras están congeladas y se han publicado tres documentos demoledores sobre la situación de la Isla: un artículo en el prestigioso semanario The Economist, un nuevo informe de Cuba Siglo XXI y los más recientes datos de la Comisión Económica para América y el Caribe (Cepal).
Estos tres van en una misma dirección, resumida por The Economist desde su titular: Cuba se dirige al desastre, a menos que su régimen cambie drásticamente. Para el medio británico –que no suele dedicar mucho espacio a la Isla–, dadas las paupérrimas condiciones económicas, energéticas, sanitarias y demográficas del país, cabalmente resumidas en su largo texto, “se avecina una convulsión”.
“Resulta difícil comprender cómo sobreviven hoy en día los cubanos comunes”, se sorprende de entrada el semanario, que recuerda que “las necesidades básicas cuestan mucho más que el salario mensual promedio oficial de 6.506 pesos (equivalente a 14,46 dólares al tipo de cambio informal, que es el que se maneja)”. El retrato que hace The Economist de los padecimientos de la vida cotidiana es reconocible para cualquier ciudadano de la Isla: “Bajo un calor sofocante, la electricidad se interrumpe en la mayoría de los lugares durante al menos cuatro horas al día, y en algunas zonas, casi todo el tiempo. Los ventiladores y aires acondicionados suelen estar apagados. En muchos lugares también falta el agua, por lo que beber, cocinar y lavarse, y ni hablar de ducharse o incluso usar el inodoro, resulta a menudo imposible”.
Los datos que ofrece el medio especializado son conocidos, como que el 89% de las familias vive en extrema pobreza, que el transporte público “prácticamente” ha desaparecido, que “millones de cubanos” dependen de las remesas o que una cuarta parte de la población ha abandonado la Isla, pero puestos todos negro sobre blanco, para un público internacional, impresionan. Particularmente elocuente son dos gráficos sobre migración incluidos en el artículo, con fuente en el demógrafo independiente Juan Carlos Albizu-Campos: junto a las cifras de los cubanos que salieron de su país figuran las de los que entraron en Estados Unidos, y son, año por año, inversamente proporcionales, como un espejo invertido.
Monreal también subraya los resultados del primer semestre de 2025, los cuales indican la reducción simultánea de exportaciones e importaciones, el saldo negativo de la balanza del comercio de bienes (exportaciones-importaciones) y el hecho de que el Gobierno no informe de sus datos del comercio de servicios. Y asevera: “Debido a la alta dependencia importadora de Cuba, la contracción de las importaciones debe de haber impactado negativamente en el crecimiento económico”.
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