Prohibido Olvidar
José (Pepe) Bello – Dic. 10, 2024
Los presos políticos reuerdan la lucha contra el castrismo.
Compartan estas efemérides. Gracias.
1959
Un Tribunal Revolucionario impuso 30 años de prisión a Rafael del Pino Siero. Amigo de Fidel Castro desde los años universitarios rompió con la revolución en los primeros meses de 1959 al percatarse del rumbo que llevaba el nuevo régimen. Siendo ciudadano americano y veterano de la II Guerra Mundial regresó a Miami y desde allí comenzó a ayudar a activistas que necesitaban salir de Cuba piloteando un pequeño avión. En uno de esos viajes, aparentemente había sido delatado y lo estaban esperando. Se originó un tiroteo en el cual fué herido y apresado. En 1977 murió en el Combinado del Este. Según las autoridades castristas se había ahorcado pero los presos que estaban en esa época en esa prisión aseguran que fue asesinado.
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Severino Barrera Ramírez y el ex sargento del ejército Ezequiel González son fusilados en La Cabaña.
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Isidro Pedro Resquell Marrero es fusilado en Camagüey.
1960
Rogelio González Corzo y Manuel Guillot Castellanos entran clandestinamente a Cuba con el propósito de preparar las fuerzas del clandestinaje que apoyarían el desembarco de Playa Girón.
1961
La familia opositora Cardona; padre, madre y dos hijos (5 y 6 años) son asesinados por el G2 en el Central Esmeralda, provincia de Camagüey.
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Un Tribunal castrista de Santa Clara, provincia de Las Villas, condenó a Salomón Albis Riveri, Pedro León García. Sergio Fernandez Linares, Javier Crespo Vernier y Manuel Juantorena a 9 años de prisión y a Francisco Hernandez Ruz, Armando Paz Alarcón, a cinco años.También fueron sancionados en la misma causa Irene Emilia González Alarcón, Blanca Pérez Alvarez y Ernestina Vera Almeida.
1962
Ramón Frontela Rodríguez, Juan Mesa, Maximiliano Monroe y Abel Suárez son fusilados en Manguito, provincia de Matanzas.
1964
Anildo Moreno es fusilado en La Cabaña.
1966
Eddy Álvarez Molina muere de un tiro en el cuello durante un tiroteo en el Bloque #31 de trabajos forzados para presos políticos en Isla de Pinos. En la balacera fue herido en la cintura Danny Regino Crespo que murió posteriormente, el 24 de diciembre, en El Castillo del Príncipe en La Habana. También fueron heridos Rolando Alemán en la cabeza y Parada Rascaeta en la pierna, posteriormente al llegar el Bloque de Trabajo al Edificio #5 del Reclusorio hubo más tiros por parte de la guarnición en la Planta Baja donde fueron heridos Sanabria, Rolando Gastón «Atila», Atilano Gámez y Mario Figueredo «Mayimbe» a quien el cabo «El Cojo» Almanza le sacó un ojo cuando lo agredía con la bayoneta.
1967
Rafael Martínez López y Ernesto Rodríguez mueren en los interrogatorios en el G-2 de La Habana.
ANÉCDOTAS DEL PRESIDIO POLÍTICO
Traslado de La Cabaña a Boniato. Angel Nicasio Bueno (El Flaco)
En el mes de mayo del 1965 me trasladaron desde La Cabaña a Boniato junto a 15 presos más. En La Cabaña nos metieron a 8 en un camión cerrado, de esos que se usaban para transportar carne, que tenían un compresor de enfriamiento en la parte frontal del cajón de carga. A este les habían reemplazado el compresor por barras de hierros, dejando una ventana enrejada para la circulación de aire. En una de las puertas trasera, les habían abierto otro hueco como de 2 pies cuadrado enrejado. Dentro del camión tres barras de acero corrían de frente al fondo, donde colgaban las partes de las reses para ser transportadas. De esas barras nos esposaron pasando las esposas sobre la barra, lo que no nos permitía sentarnos. Cuando llegamos a Matanzas, paramos en el Castillo de San Severino, donde recogieron a 7 presos más. Íbamos completamente cerrados, solo los orificios enrejados permitían la entrada de aire y la lluvia, que por esos meses eran torrenciales y nos ayudaron refrescándonos en nuestro siniestro viaje. No hubo parada para descansar o hacer nuestras necesidades fisiológicas; no hubo agua para saciar la sed, y menos algo de comida. Ellos, los custodios, si pararon en dos ocasiones para merendar de lo que llevaban y entre risas se preguntaban burlonamente de cómo estarían nuestros estómagos. Antes de llegar a Camagüey, pocos quedábamos en pie, pues habíamos perdido las fuerzas de las piernas y colgábamos de las barras, como las mismas carnes muertas que usaban cargar en estos camiones. Fueron más de 20 horas de viaje que parecieron meses. A veces sacábamos un poco de fuerza y nos apoyábamos nuevamente en nuestras cansadas piernas y descansábamos las muñecas. A varios, las esposas se nos habían enterrado en la poca carne que teníamos y sangrábamos por las heridas abiertas por ellas. Aún guardo sus cicatrices.
Cuando llegamos a Boniato, todos nos pusimos en pie antes de que abrieran las puertas del cajón. No queríamos que nos vieran derrotados, aunque estábamos cubierto de sangre, orine y excremento y el mal olor era insoportable. El oficial de recuento que habían llevado a recibirnos, un señor de apellido Marrero, cuando vio en las condiciones que llegamos, tiró la tablilla que tenía en la mano al suelo, en un arranque de rabia y dijo: “Esto es una mierda, busquen a otro que los reciba, eso es criminal lo que ustedes han hecho” (y eso que era uno de los de ellos). De allí nos llevaron al patio del hospitalito, donde nos lavaron con una manguera y nos dieron uniformes limpios. Se llevaron a un grupo y a 4 de nosotros nos metieron en las celdas de castigo, bajo de la escalera de la dirección del penal y allí nos mantuvieron como por una semana. Luego nos subieron para el pabellón 5-D. Solo quedamos en Boniato nosotros cuatro, el resto se los llevaron para la cárcel de Baracoa, no sé en qué condiciones. Entre mis compañeros de viaje, los que quedamos en Boniato fueron el «Jabao» Mendoza, ex capitán del ejército rebelde, Javier Capero Vernier, ex teniente del ejército rebelde, Nery Griñan Bueno y yo.
Nota. En esos momentos yo ya llevaba 3 años preso, condenado en dos causas, en una a 30 años y en la otra a 8. Mi fuga se realizó cuatro años más tarde, en 1969.
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